A las 22:10 horas, sube al escenario ataviado de traje negro y entona “Qué viva la alegría”, acompañado de su orquesta y un cuerpo de ballet que hizo las delicias del público masculino por los candentes y sensuales movimientos.
Desde el inicio, El Puma se mostró muy profesional y respetuoso con la gente, que desde las 20 horas llegó para ver al artista y evocar sus años de juventud.
La magia del reencuentro se percibía en el ambiente y perduró con cada acorde, con cada aplauso, con cada frase, con cada grito… No hay duda, el reencuentro fue sublime.
Muchas admiradoras, se sentaron en el piso para cantar, aplaudir y gritar: “Te amo Puma”, “Nunca te olvidé, ni te olvidaré” y “Puma, cómo te quiero”.
Algunas admiradoras más audaces se acercaron, le dieron tremendo beso, lo abrazaron y hasta susurraban lo que salía del fondo de su corazón.
-Qué lindo es poder volver a verte –le dijo al público-. Qué bonito es Dios que nos regala este privilegio.
Y luego, los gritos subieron de tono cuando la orquesta ofreció los acordes de ”Voy a conquistarte”, “Por si volvieras”, “Dueño de nada”, “Sueño contigo”, “Culpable soy yo”, “De punta a punta”, “Pavo Real”, “Rosa Rosa”, “Porque yo te amo”, “Gitano”.
La velada fue gratificante, no sólo porque el venezolano interactuó con el público y bailaba al ritmo de su cuerpo de ballet, sino por la forma en que interpretaba sus temas.
No hay duda, el paso de los años respetó la voz y trayectoria de José Luis Rodríguez El Puma , ese que triunfó en México gracias a Raúl Velasco y su programa “Siempre en domingo” y ese que llegó al país exclusivamente para cantarle a Mérida.
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